miércoles, 21 de noviembre de 2007

La sensación de vacío

La sensación de vacío, de que tu vida carece de sentido, de que hagas lo que hagas, te sigue faltando algo, no aparece a una edad concreta. No es exclusivamente tuyo. No distingue clases, religiones, razas, culturas, países o épocas. Es patrimonio de la humanidad. Todos y cada uno de nosotros la tenemos, nos acompaña desde el inicio de la vida y podemos o no sentirla conscientemente en algún momento. La sensación de vacío está ahí, es humana.

Cuando las preguntas esenciales empiezan a rondarnos, podemos elegir dos caminos: uno, consiste en ignorarlas y transitar por la vida como sonámbulos, adormecidos, obnubilados; el otro, implica asumir el desafio y explorarnos a nosotros mismos para logras entendernos y convivir con esa sensación de que nos falta algo.

Puede ocurrir que empieces a ser consciente del vacío en un momento en el cual hayas hecho realidad todos tus sueños, ilusiones y proyectos. O puede ocurrir que nunca seas conciente del vacío y te pases toda la vida intentando llenarlo de una cosa tras otra sin poderte parar a pensar en nada más.

El vacío tiene que ver con el deseo. El ser humano jamás queda satisfecho, porque, gracias al lenguaje, crea un concepto que sólo es posible en nuestra imaginación: la plenitud.

La plenitud es imposible de conseguir. Nadie puede tenerlo todo. Y eso es el sentimiento de vacío: el no poder ser, tener y alcanzarlo todo.

Compárate con un cubo de la playa lleno de agua, arena, piedras de colores, sal, pececillos y lo que se te ocurra. El cubo eres tú. Todo lo demás son las cosas con las que has ido llenando tu vida. Unas mejores que otras, unas te gustan y otras no tanto, unas te dan problemas y otras soluciones, pero todas forman parte del cubo o, dicho de otra manera, de tu vida.

Algunos ingredientes del cubo puedes cambiarlos, sin embargo, habrá otros como la sal, que no te resulte tan fácil cambiarlos, necesitarás de un tiempo para solidificarla y así poder separarla y extraerla.

Tu vida es demasiado importante para vivirla sin más.
No busques fuera de ti. Tus respuestas en ti.

A veces ni yo me entiendo
Lourdes Blanco