Estrés y velocidad son los dos grandes enemigos del buen comer. Aprende a tomarte el tiempo, a evitar el estrés, a decir que no y a consumir buenos platos sencillos. Los alimentos no son enemigos nuestros, sino, al contrario, nuestros mejores médicos.
- Come cuando tengas hambre.
- Saborea despacio cada bocado.
- Deja de comer cuando la sensación de hambre desaparezca.
Sia viviéramos en el mejor de los mundos, (dietéticamente hablando), emularíamos la sabiduría de los animales y comeríamos cuando tuviéramos hambre, sin sujetarnos a horarios tan arbitrarios como inútiles. Los bebés exigen seis comidas al día.
Lo ideal, por tanto, sería tomar una pequeña cantidad de alimento cada tres o cuatro horas.
Adaptación de un texto de "El arte de simplificar la vida" de Dominique Loreau.
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