Imagina que tuvieras el poder mágico de abandonar tu cuerpo para ir a sentarte al lado de la persona que eres. Contémplate. ¿Cómo es esa persona? ¿Te cae bien? ¿Te parece que podrías ayudarla, darle un consejo?
Acostúmbrate al desapego. No te agarres a las ideas. Cuando hayas decidido actuar para suprimir alguna cosa, aunque fuese una pasión devoradora, la mayor recompensa es comprobar que lo has conseguido y eso no va a impedirte que sigas viviendo. Sentirás un alivio inmenso, y como si te hubieras quitado un gran peso de encima, y te dirás: ¡Ya está! ¡Me he librado!
No depender de nada, tal es el objetivo supremo.
El arte de simplificar la vida. Dominique Loreau.
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