No consientas lo que no quieras.
No tengas remordimientos por tirar o regalar cosas.
Imagina que tu casa desaparece en un incendio. Haz una lista de las cosas indispensables que comprarías.
Luego, haz otra lista de las cosas que no volverías a comprar nunca.
Deshazte de los objetos que no utilizas nunca.
Aplica tu experiencia a tus necesidades. En caso de duda, tirar.
Lo que no te haya servido en el transcurso de un año, tíralo.
Adopta como divisa este mantra: No quiero nada que no sea esencial.
Entiende que menos implica más.
Aprende a distinguir entre las necesidades y los antojos.
Simplificar no significa desprenderse de las cosas que nos gustan, sino eliminar aquello que no contribuye a nuestro bienestar.
Toma nota: nada es insustituible.
No acumules cajas vacías, bolsas o tarros.
Convéncete de que tu bienestar exige que te deshagas de todo lo que te irrita, aunque tenga algún valor sentimental.
Compra sólo cuando tengas el dinero efectivo para ello.
martes, 25 de marzo de 2008
Simplifica
Simplifica siempre.
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