Puedes caer muchas veces, pero debes levantarte muchas más.Lo importante no es llegar al destino, sino recorrer el camino.
Si no decido ser el centro de mi mundo, algo o alguien va a ocupar ese lugar. Si con la excusa de mi amor o de tu importancia, mi vida empieza a girar alrededor de ti, empiezo a estar pendiente de lo que digas o hagas, vivo en función de lo que me permitas, dependo de lo que me des, aprendo lo que me enseñes, veo solamente lo que me muestres y prescindo como si no existiera de lo que me ocultes.
En todos los viajes por territorios de miseria, las pequeñas repugnancias y remilgos a que te ha acostumbrado la vida privilegiada del primer mundo, se van diluyendo conforme avanzas y el tiempo corre. Llegas a comprender que son muy pocas las cosas que necesitas para vivir y comienzas a considerar los lujos como una circunstancia extraña que despierta tu curiosidad. Convives con naturalidad con lo imprescindible y sientes que es muy poco lo imprescindible.
Cuánto tengo, cuánto soy, dónde he llegado. Cosas que de nada servirán para la transcendencia.
La sensación de no ser nada o de no saber quien eres, reconcilia con la muerte.
Cuando temo a lo que viene, me aferro a lo que hay. La idea de soltar las cosas para recorrer el camino más livianos es desconocida y entonces no tenemos ninguna posibilidad de dejar de sufrir, por que además de la frustración, se instala en nosotros una cierta contradicción.
La vida se mide y se pesa según la manera en que pude disfrutar del camino y no sumando todo lo que he conseguido juntar en el trayecto.
La emoción es la energía al servicio del movimiento.
Al igual que las personas cada nivel es idénticamente diferente al anterior. Todo nivel fractal tiene la suficiente similitud como parecerse al anterior, pero es diferente en tamaño, proporción y rasgos.
Cuando estés en un callejón sin salida, sal por donde has entrado.
En el viaje, el asunto es ir aunque no estés seguro de alcanzar lo que te propusiste.
Al librarse con poderos esfuerzo de los grilletes de la costumbre, del paso plúmbeo de la rutina, de la capa de muchas preocupaciones y la esclavitud del hogar, el hombre se siente nuevamemte feliz. La sangre fluye con la rápida circulación de la infancia. De nuevo amanece la mañana de la vida.
En un museo hay una hilera de cuadros. De repente, encuentras un espacio vacío en la pared entre dos obras. Aunque no puedes asegurar que allí falta un cuadro, no podrias saltarte el lugar vacío ignorándolo, al contrario, tu atención se dirije tenzamente al sitio vacío.
Las multitudes desnudan de individualidad a los seres vivos. La soledad, al igual que el desierto esculpe el alma, enseña a no gemir, a no hablar inútilmente. Es una escuela que nos obliga a tirar la quincalla de los pensamientos.
Cosas necesarias para vivir: un plato de comida, un camastro, agua, un camino por delante, los buenos recuerdos y un poco de amor.
Ligero siempre de equipaje como los hijos de la mar.
Si vives satisfecho, tener más pierde importancia.
En mi camino, son mis pies los que marcan la huella, mi corazón el que decide el rumbo y yo el que corre con el riesgo de mis decisiones.
SHANKILLA: Etnia etíope con tradición de ofrecer como tributo a sus mujeres los genitales de los extranjeros que sorprenden en sus territorios.
Un hombre debe arrancar de la vida sin mentir y construirse desde sí mismo.
Merecemos el respeto y la consideración de los demás, por el simple hecho de ser uno entre todos.